jueves, 14 de octubre de 2010

El laberinto del sistema educativo

El reciente informe sobre la OCDE “Panorama de la educación 2010” refleja algunos indicadores que vuelven a desempolvar viejos debates sobre nuestro sistema educativo.

El citado informe señala algunas “brechas” entre los indicadores de la mayoría de países europeos y los que corresponden a nuestro país. A grandes trazos podríamos destacar tres puntos fundamentales:

-        existe una escasez de titulados de FP grado medio, 14 puntos por debajo de la media de la UE.
-        un 44% de los jóvenes universitarios ocupan puestos de trabajo de cualificación inferior a la de sus estudios
-        el conocimiento de lenguas extranjeras sigue siendo una asignatura pendiente, sobre todo en secundaria.

Pero no todos son datos negativos, sobre todo si se analiza desde una perspectiva histórica, ya que ha disminuido el índice de abandono de los estudios (fracaso escolar) y se refleja un importante avance en la formación de la población adulta en general en los últimos 30 años. O sea, se han conseguido algunos avances, pero queda mucho trabajo por hacer. Cierto es que muchos de los ajustes necesarios se deberían haber abordado hace tiempo, pero ahora urge trabajar mirando hacia el futuro.

La formación es una herramienta fundamental para el crecimiento de cualquier país, y más si pensamos en la actual situación de crisis económica que padecemos. Lo necesario es ajustar el sistema educativo a su entorno social y laboral, para planificar de manera correcta el futuro a medio y largo plazo. Tal vez se podría deducir, por ejemplo, que no  tiene excesivo interés cursar estudios universitarios porque existen pocas posibilidades de conseguir un empleo acorde al nivel de estudios.
Pero si tomamos como referencia algún otro estudio, como el realizado por ICSA “el impacto de la formación en las retribuciones”, vemos que las diferencias salariales según el nivel de estudios son discretas en los primeros años , pero se van ampliando de manera constante a lo largo de la carrera profesional.
El problema no es que tengamos excesivos titulados universitarios, sino su adecuación
al entorno económico-laboral, sobre todo en un momento de elevado desempleo.
De todas maneras también es necesario seguir potenciando a corto plazo y largo plazo la formación profesional y los perfiles técnicos, sobre todo en nuevas especialidades, ya que la demanda así lo requiere.

En definitiva no hay que dejar de ver a la formación como un activo esencial para el futuro económico Cualquier tipo de conocimiento adquirido forma parte del “activo” personal, mejora las competencias y aumenta la empleabilidad. Pensemos en el caso de los llamados “ni-ni”, jóvenes que ni estudian, ni trabajan. Incluso algunos expertos añaden otra “ni”: ni tienen interés por hacerlo. Se trata de un enorme potencial humano, una pérdida de talento que no hay que dejar escapar.
Por ello, tal y como también reconoce el informe de la OCDE, en épocas de crisis hay que seguir insistiendo en políticas de inversión educativa, ya que el retorno económico y social de esta inversión siempre es positivo.

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